Como no exagero


cuando vivo,


exagero


cuando lo cuento

domingo, 17 de mayo de 2009

Distritos catábicos

Existen en edificios, colegios y diversas instituciones unos cuartitos (uno por cada edificación) donde suelen guardarse los artículos de limpieza, compartiendo el espacio con una canilla (posiblemente de plástico, o muy antigua), una mesada desagradable o una mesa con un mantel cuyo feo gusto vaya más allá de lo que se permita nuestra imaginación, trapos, tazas de dudosa higiene, y ese olor medio a humedad y medio a mugre que nunca se irá. Son esos espacios que generan unívocas ganas de abandonarlos.

Se trata de lugares repugnantes. Nunca hay una ventana, ni siquiera una lamparita decente, la luz siempre amarilla el ambiente en vez de iluminarlo, y no falta ese oscuro sabor a cigarrillo que puede prenderse en estos compartimentos. Son espacios que intentan atacar a la totalidad de nuestros sentidos.

Y sin embargo suelen ser los planos elegidos para el descanso y esparcimiento del personal de limpieza y afines. Personal que uno distingue con cierto esfuerzo al entrar allí, porque siempre se llega desde un lugar mejor (o más) iluminado, con lo cual primero hay que acostumbrar la vista, luego ver, y lo más rápidamente huir.

martes, 5 de mayo de 2009

conversaciones telefónicas

¿Con quién hablan por teléfono los empleados del subte?
¿Son los que te avisan "Estación Diagonal Norte combinagreeegrçción grrrrrcon líneas T y F"? Supongo que no.

martes, 17 de marzo de 2009

El placer de comer

Es muy extraño que nos pueda proporcionar tanto placer comer cosas ricas. El simple hecho de que determinado objeto con cierto sabor atraviese mi garganta me resulta tan agradable... o tan desagradable llegado el caso... Al final, somos bastante ¿simples?, ¿tontos?...

sábado, 14 de marzo de 2009

Comienzo de clases

Empiezan las clases.
Los alumnos no son tan quilomberos.
Son puntuales para entrar al aula luego de cada recreo.
Todos tienen hojas, biromes, etc.
Anotan, no molestan tanto en clase. Casi como que respetan al docente.
Sus uniformes están prolijos, son nuevos, o por lo menos están bastante limpios.
Es como si pesaran sobre ellos, como si no les permitieran portarse mal, casi como un chaleco de fuerza simbólico. Con el uniforme los chicos se comportan más o menos uniformemente.

jueves, 26 de febrero de 2009

Ciencia

Habría que inventar un aparato que grabe lo que sale en la tele, y pueda reproducirlo automáticamente cuando uno se encuentra con otra persona. Así la gente ya no tendrá que molestarse en mover la lengua siquiera.